Como ese adoquín de la calzada que siempre soñó con ser corcho para flotar por las aguas y ver mundos nuevos.
Soy ese adoquín que para consolarse a sí mismo se dice que estar así es lo mejor, al menos lo más cómodo. Ese adoquín conformista, que se dejará acariciar por las gotas de lluvia, pero sin llegar a bailar con ellas, porque hay razones de peso que le impiden jugar con lo inanimado, que le impiden perseguir al viento…..hay razones de peso que le dicen que tiene que formar parte de ese mosaico absurdo y descolocado. Ser una parte sólida del todo y mantener su postura estática.
Mañana, con las espaldas cubiertas de musgo veremos en que queda esa mutación que planeaba el niño llamado Destino. Espero que la próxima vez, venga y juegue a tirarme al aire. Cruzaré los dedos durante este tiempo de ocupar mi lugar, para que ese día caiga en el rio.....Tener la posibilidad de jugar todos los días con el agua, que las truchas a mi alrededor me recuerden el sentido del verbo nadar, disfrutar con el roce de las algas….…..rezaré a Eso en lo que creemos los adoquines inconformistas e ilusos, para no acabar siendo una piedra más, de una calle más, de una ciudad que se me haría menos.
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